sábado, 26 de noviembre de 2011

Besos de fuego fundido.

Lágrimas de dolor florecen de mis ojos, me separan de ella unos pocos matojos. Largas sendas he recorrido para llegar hasta aquí, para verla sólo a ella, parte verte a ti. Sólo un roce de labios que hablen por si sólos, solo roce de piel que dure mil años, sólo tenerte junto a mí, tenerte a mi lado. Por fin te veo, irreal parece, sé que no es un sueño porque nada se desvanece. Sólo ella ante mis ojos, con su pelo rubio y fino como el oro, sólo ella ante mí, la miro y me hace sonreir. Cada vez más cerca su cuerpo del mío. placer carnal que ha de ser concedido. Sus ojos que son dos rubies ardientes se plantan ante los míos y sin ninguna palabra me dice: Ya eres mío. Nuestros labios se fuden como la miel en la boca, mis brazos la rodean para que se sienta segura. Un beso eterno que durará por siempre, porque nada ha de romper este momento, ni dioses, ni reyes podrán saber lo que yo ahora mismo siento. El beso llega a su fin pero no el contaco visual, me mira y la miro y somos complices de una sonrisa que jamás se debe volver a tornar en tristeza. y la abrazo, la abrazo como si no existiera el mañana, mis brazos dos escudos y mi corazón una espada, para luchar por el amor, por un amor que siento, que jamás he sentido y jamás sentiré, porque el amor verdadero jamás termina y siempre llevamos a una persona en nuestro interior y la persona que yo llevo... eres tú.

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